jueves, 2 de octubre de 2008


ALGO PARA LEER ANTES DE PALMARLA.

Mi madre era prácticamente analfabeta, no creo que supiera más allá de escribir su nombre y deletrearlo. Mi padre estaba mejor preparado. Su escritura era deficiente pero era un buen lector, de esos que son capaces de leer cualquier recorte de periódico atrasado si no tienen otra cosa mejor a mano. Claro que hablo de unos tiempos en que la gente de los pueblos de Castilla nos ocupábamos en la diaria tarea de poder sobrevivir y las inquietudes intelectuales eran poco menos que inexistentes. Solo con el estomago lleno se empieza a filosofar.
No recuerdo que en casa hubiera otros libros que los escolares que se resumían en la enciclopedia Álvarez y El Catón. Pero a mi padre le gustaba estar informado de lo que pasaba en el mundo, así que le pedía prestado el periódico a Belarmino, el padre de Salvador (“Doro”), que era algo así como “El Jefe de la Hermandad”, que era “a modo de” un sindicato de labradores desde el que el régimen dictatorial franquista ejercía el control entre los campesinos. Belarmino recibía gratuitamente el diario “El Alcázar” que venía a ser al régimen franquista lo que el Pravda al régimen soviético o el Granma al régimen cubano de Fidel Castro. Hasta finales de 1970 no existió en España prensa libre. Lo que más se parecía a una prensa libre era el ABC, conservador y monárquico y el “Ya” que era de los curas. Había uno especializado en crímenes y desastres que era “El Caso”. Todo lo demás era la llamada “prensa del movimiento”. Y en esta prensa se informaba (desinformaba) mi padre. Siempre lo he recordado con admiración porque en la década de los cincuenta y sesenta del pasado siglo no creo que hubiera mucha gente en los pueblos que leyera ni la prensa. Aunque el periódico cumplía la practica función de emplear sus hojas para envolver el bocadillo o limpiarse el culo. Entrados ya los setenta “Tararira” introdujo la lectura del “Proa”, ahora Diario de León, como un complemento del vermú. Vamos que no podemos presumir de ser un pueblo que sea aficionado a darse a la tarea intelectual. Se ve que las generaciones más jóvenes están mejor preparadas, aunque ciertamente han tenido más oportunidades e incentivos.
No creo que por el hecho de ser más lectores vayamos a ser más inteligentes ni mejores personas. El porcentaje de zoquetes es posible que permanezca siendo el mismo. Pero si creo que la lectura, incluso como mera forma de entretenimiento, puede darnos un poco de lustre e incluso abrirnos horizontes que inviten a hacer preguntas. Un humano preguntón es ya casi un medio filósofo y si no llega a tanto no será tan fácil de ser manipulado por ideas únicas, sean estas políticas, religiosas o ideológicas. Desde esta perspectiva es fácil de entender porque a las llamadas “fuerzas vivas” de cualquier régimen político nunca les ha interesado que el populacho se ilustre, podría abrirse la sesera de los interrogantes.
Durante años, que digo años, más bien siglos, funcionó bien un sistemático adoctrinamiento religioso dentro de un régimen político dictatorial y teocrático. Los escapes liberadores eran espectáculos lúdicos como las corridas de toros, el fútbol y poco más. Con el advenimiento de la democracia y una economía más allá de la precariedad también la gente de los pueblos ha tenido más oportunidades, pero me temo que el interés por alcanzar cierto lustre intelectual nos sitúe a varias décadas de nuestros vecinos europeos. La miseria económica, el oscurantismo religioso y unos regimenes políticos en las antípodas de cualquier libertad de pensamiento nos han convertido un pueblo gregario plagado de verdaderos zotes. En los momentos actuales más de la mitad de los españoles mayores de diez años confiesan no leer nunca un libro. Bien mirado esto es normal porque no se puede estar viendo esos estupendos programas de la tele como “El Gran Cretino” o “La isla de los babosos” y otros por el estilo y a la vez tener un libro en la mano. Lejos de mi querer poner remedio a tanta miseria que ya tengo suficiente con remediar la mía. No obstante si hubiere por ahí algún alma inquieta que se lo pase bien entreteniéndose en husmear en lo que otros han escrito y quiera darse un poco de lustre, por ahí le van algunas recomendaciones que coloco en mis lesturas favoritas.
En esta relación ni están todos los que son ni son todos los que están. Están por que al lector le dejaron más huella. Las buenas lecturas no se agotan con estas recomendaciones que no sigue ningún orden o lógica, como sería deseable, sino que está hecha un poco “a la que te parió” y que iré publicando poco a poco.

Ahí van los primeros: Algunos libros de LA BIBLIA. Recomiendo una buena versión. Ojo, huir de las biblias manipuladas, si es que no hay alguna que no lo esté. Aunque somos de cultura grecorromana, nuestra tradición religiosa es judeocristiana, si no se es creyente hay que leerse algunos libros de la Biblia y si se es razón de más:
.- El Génesis y el Éxodo: Porque contienen los mitos de la cultura religiosa judeocristiana.
.- Jueces y Reyes I y II: Porque cuentan parte de la historia del pueblo judío y nos dan respuestas a lo que sucede hoy en Palestina, varios cientos de años después.
.- Las narraciones de Rut, Tobías, Judit y Ester: Por la misma razón anterior y porque son divertidas e ilustrativas.
.- El Cantar de los Cantares: Porque es bello y lleno de sensual carnalidad, por mucho que la Iglesia Católica vea en ello no se que historia mística.
.- El libro de Los Proverbios: Para ver que el ser humano ha cambiado poco en la forma de ver algunas cosas, aunque hayan pasado miles de años.
.- El libro de Job: Para constatar que lo que no tenía precisamente era paciencia.
.-El Eclesiastés o libro de Qohelet (El predicador): Un agnóstico se cuela en la doctrina monoteísta.
.- El libro de la Sabiduría: Por algo se llamará así.
.- Del Nuevo testamento hay que leerse al menos uno de los sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas o Juan).Los Hechos de los Apóstoles: Que nos dan idea de los orígenes del Cristianismo.Algunas de las cartas de San Pablo: recomiendo las escritas a Romanos y Corintios.Y por último el Apocalipsis de San Juan: Este mejor si se lee con un porrito en la mano o con cuarenta de fiebre.

No hay comentarios: