jueves, 21 de enero de 2010

DE MÚSICA Y MÚSICOS

Una de las formas que tenemos los humanos para transmitir nuestras emociones es cantando y acompañando este canto con instrumentos musicales. Esto ha sido así desde tiempo inmemorial. Sin embargo el castellano, y más aún el paramés, es parco en emociones, su ámbito geográfico es muy hostil y siempre le ha quedado poco tiempo para todo lo que no sea ganarse el sustento diario. La gente me mi generación saben que no había en el pueblo mucho tiempo para cantos salvo en bautizos, bodas y alguna fiesta señalada.

Puede que mi memoria no sea buena, pero no recuerdo de mis años infantiles a nadie del pueblo que supiera tocar un instrumento musical, salvo que la carraca se considere como tal. Ahora los chavales desde el primer día de guardería salen soplando una flauta, les enseñan canciones y les familiarizan con varios instrumentos musicales. Mi generación lo único que cantaba en la escuela era la tabla de multiplicar y el “Cara al Sol”.

El día de la fiesta se contrataba a una orquesta, que por entonces se llamaba “conjunto”, compuesta por cuatro o cinco músicos que tocaban instrumentos de viento o percusión. Por contrato estaban obligados a ir a misa mayor. Se colocaban en el coro de la iglesia con sus instrumentos y en el momento litúrgico de la consagración, después de que Don José (“Colasín”) se inclinara hacia la hostia y pronunciara muy bajito (a lo mejor es que así la “transustanciación” tenía más efecto): “Hoc est enin corpus meum” y en el instante que elevaba muy despacio la sagrada forma, estallaba en el coro una tormenta de decibelios reproduciendo las notas de la Marcha Real o lo que es lo mismo el himno nacional. Momento mágico aquel que era fusión y síntesis de patria y fe. Los músicos tocaban también en la procesión y en el baile vermú. Los chavales nos quedábamos como traspuestos viéndolos interpretar con sus trompetas y saxofones en aquel precario templete. Dominar aquellos instrumentos era cosa de magia a la que nos era impensable acceder.

Tuvieron que pasar varios años para que alguien del pueblo dominara un instrumento musical. Los que tuvimos la suerte de ser bachilleres en colegios de curas comenzamos a familiarizarnos con mandolinas, laúdes, guitarras, pianos y armoniums. Los pioneros fueron los miembros de la familia Delgado, los hijos de Pepe (“El Farretero”), especialmente dotados para la música. Manolo (“Lilo”) tiene talento y hubiera sido un gran intérprete de haberse centrado en ello. Su hermano Félix es más bien un fullero de la guitarra. Con cuatro acordes por aquí y cuatro por allá es capaz de empalmar una canción con otra sin darse importancia alguna. Hemos pasado buenos momentos desafinando con el “Sorbito de champán” y otras por el estilo. Margarita (“Marita”) y su consorte Juanjo (“El Loro”) yo diría que en esto de la música son como algunos toreros: “voluntariosos”, más ella que él, porque Juanjo es un liante hasta con la guitarra. Como de casta le viene al galgo son ahora sus hijos Víctor Froilán y Álvaro los que han tomado el testigo y ya tocan con primor el piano.

A Ángel Badeso le ha dado por un instrumento casi olvidado: El Rabel. Lo debe de hacer muy bien, aunque he tenido pocas oportunidades de escucharlo. Tengo algo de idea de cómo suena este instrumento después de haber escuchado al grupo CANDEAL y sus divertidas “Rabeladas a lo ligero y a lo pesao”

Aunque el más grande y exitoso interprete musical de nuestra villa ha sido José Froilán, el hijo de Marucha y Fidel (“Fidelón”). Empezó tonteando con una guitarra, sacando sonidos ofensivos al oído de unas cuerdas mal afinadas y terminó teniendo una orquesta de las de quitarse el sombrero. Tanto Félix como Juanjo se disputan el honor de haberle enseñado los primeros acordes. Si es cierto o no ahí está él para desmentirlo o confirmarlo. No deja de ser un merito el llegar donde llegó habiendo tenido tales maestros iniciaticos. Ciertamente no tenia sobre el escenario ciertos cánones estéticos porque es un tipo alto, desgarbado y de movimientos algo desmadejados, pero cuando las cosas se hacen bien las barreras estéticas dejan de tener la importancia que les damos a primera vista. El caso es que triunfó con su orquesta y recorrió media España haciendo bolos y pegando saltos sobre el escenario haciendo de ello un arte y un negocio. Nunca hablé con él sobre el tema, así que no sé si disfrutó haciendo su música e incluso si alguna vez llegó a tener el “síndrome del gladiador”. Sospecho que aquel tiempo fue para él de los que dejan huella indeleble. Sus hijas Clara y Sofía están ya iniciadas en el mundo de la música y creo que bien asesoradas por su madre Gloria que también participó como vocalista y coreógrafa en aquellos gloriosos años de, creo que se llamaba, “La Orquesta Tropicana”.

En su día intenté sacarle el sonido a las teclas de un piano, pero me faltó aquello que con tanto acierto recomienda el poeta hispano árabe Ibn Hazm y al que cito de memoria: “Se perseverante, porque el agua orada la roca a fuerza de caer sobre ella. Continúa y no cejes, porque la llovizna es suave y sin embargo cala…”. Ahora andan por casa al menos media docena de instrumentos musicales con las notas dormidas y que esperan, como el arpa de Béquer, “la mano de nieve que sepa arrancarlas”. Me temo que esta es otra de las asignaturas que no aprobaré y en esto me llevan mucha ventaja todos los que he mencionado porque considero que lo más importante de tocar un instrumento no es ser un virtuoso del mismo ni llegar a ser famoso, aunque si sucede esto tanto mejor, sino disfrutar de la música, hacer disfrutar a los demás y, lo dicho, poder trasmitir los sentimientos a través de la música y el canto.

Algo para leer…

38.- “El Collar de la paloma” de Ibn Hazm

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Has dado en la diana.Hemos disfrutado un montón con tu artículo.
Como ya hice público, encima del escenario durante una de las actuaciones en la plaza de este nuestro pueblo, mi primer profesor fue Felix.Siempre le he mostrado mi agradecimiento y guardo recuerdos inolvidables de aquellas clases.
El nombre de la orquesta era "Caribeños Espectáculo". Con ella disfrutamos mucho y ha sido el trampolín imprescindible que nos condujo a la actividad que ahora realizamos.Sin duda alguna la orquesta nos proporcionó algunas desventuras pero gran cantidad de momentos únicos,de aventuras, amigos y contactos importantes que siguen formando parte de nuestras vidas.

Tanto Gloria como yo hemos compartido divertidos y "espectaculares" momentos con Juanjo , Marita y much@s de los entonces jóvenes del pueblo: ensayos trasnochados de villancicos para las misas navideñas, representación de "Tres sombreros de copa" de Miguel Mihura, cuando formabamos parte de "Los Endinos"...Lo pasabamos realmente bien.

Como ves además de disfrutar del artículo hemos rememorado con cariño tiempos pasados que siguen muy presentes.

Jesús,un saludo y muchas gracias por tu labor.
Gloria y José Froilán.

Anónimo dijo...

Por lo que ami me toca,tengo que decir que algien de mi familia,que trabajo con el,pasaron momentos muy buenos,y tambien algunos malos,pero en general los recuerdos fueron muy buenos.
Yo solo puedo decir,que la persona que menciono fue muy feliz con Froi y con Gloria y sus hijas.
Solo puedo decir gracias familia,que tengais mucha suerte en la vida,lo mereceis.GRACIAS.