sábado, 31 de enero de 2009

GASTRONOMÍA DE LA VILLA.


Últimamente estoy viendo en el foro de esta página un especial interés por la gastronomía o mejor podríamos decir por el papeo, el buen yantar. Incluso hay quien aboga por la recuperación de los platos tradicionales de esta villa. Como es sabido la inclinación desmedida al disfrute de la vianda nos lleva sin remisión al pecado capital de la gula, un pecado por el que en esta villa jamás debió de ir nadie a las calderas de Pedro Botero porque durante toda mi vida de católico practicante jamás oí de nadie de esta villa que pecara de gula. Yo mismo siempre llevé carraos hasta las pernillas de lujuria, envidia, pereza… pero de gula, jamás.

Mal que les pese a algunos “gourmet” como “El Loro”, que es uno de los foreros que quieren recuperar la gastronomía de esta villa, hay que reconocer que, en este pueblo, y hasta hace bien poco más que gastronomía lo que teníamos era la imperiosa necesidad diaria de llenar la panza. Es cierto que los que ya tenemos una edad nos dejamos llevar por la nostalgia, incluso la gastronómica. Recuerdo el irrepetible sabor de las patatas aderezadas con carne de la reciente matanza que hacía mi tía Martína y que, aún humeantes, comíamos cuchara en mano y de la misma cazuela colocada en medio de la mesa varios rapaces hambrientos. O aquellas, tan deliciosas, que preparaba mi prima Tina “La Gallinera” mientras a la vez ordeñaba las vacas, daba de cenar a los gochos y nos echaba la bronca por lo tarde que habíamos llegado a casa la noche anterior. Parece increíble que con tan poca atención que aparentemente les prestaba y los pocos condimentos que tenían pudieran estar tan buenas.

Sopas de pan para el desayuno, garbanzos con su ración o alubias para el medio día y patatas con manteca de cerdo o sebo de vaca para la cena ha sido la receta cotidiana durante generaciones en esta villa. El día de la fiesta mayor carne de pollo fibrosa y tirando a negra, esa que ahora no les gusta a los jóvenes “gourmet”. De vez en cuando un extra de carne si había la desgracia de que se muriera una vaca o una oveja y pare usted de contar. Podemos añadir algo de pescado como el bacalao en salazón, el besugo fresco o el congrio. Y al ser nuestra villa de secano nada de pescado de agua dulce salvo las tencas del estanque que no estaban muy bien consideradas.

En resumidas cuentas nuestra gastronomía ha sido más bien escasa, las más de las veces paupérrima. A una economía de subsistencia no se le puede pedir una gastronomía imaginativa. A los alimentos básicos se les condimentaba con lo que había y había poco. No es que nuestra gastronomía no tuviera platos sabrosos, que los tenía, es que era poco variada. Ahora los platos de antaño nos parecen deliciosos, quizás porque los comemos con menos frecuencia. De cualquier manera y si alguien me contradice que lo haga cuando le plazca convidando a una buenas viandas, tradicionales o no, que allí estaremos para hacer una critica de su saber culinario.
EL COCIDO EN VERSO

Si no quieres que el guiso quede cojo
Añádele tocino con templanza
De la parte del gocho que es la panza
Y magro de vacuno, que sea añojo.

Todo ello ha de ponerse a fuego suave.
Si le pones forraje, pon lo justo
Y casi al final de la cocción.

El caldo en abundancia será clave
Pa zamparse tres platos bien a gusto:
La sopa, la legumbre y la ración.


Algo para leer…

19.- Las uvas de la irá de Jhon Steinbeck.- Desesperados que desearían matar, pero no pueden, a quien creen que es el causante de todas sus desgracias: los bancos. Era la época de la gran depresión y la cosa parece que se repite. La Perla es también muy entretenida.

20.- Las aventuras del valeroso soldado Schwejk de Jaroslav Hasek. Para desternillarse de risa con el patoso soldado.

21.- El hombre unidimensional de Herbert Marcuse. No olvidemos que estamos ante un filósofo. Hay que poner voluntad para leerse este interesante ensayo. El mismo autor Eros y Civilización, también muy interesante.


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