miércoles, 30 de diciembre de 2009

LA PARCA RONDA A DIONISIO (“MAJARÍN”)



Episodio 1º: Fue en un volkswagen escarabajo, al que le tenias mucho aprecio, con el que diste varias vueltas de campana en el trecho que hay en la pequeña cuesta entre el Montico y la laguna de la puente, donde ahora está el colegio escolar. Rememorando el hecho me comentabas que morir “es cosa de un ratín” y que no es traumático porque tú no te habías enterado de nada.

Episodio 2º: Era ya pasada la media noche y departías charla con Pepe (“El Ovejero”) y alguno más frente al, por entonces, bar de Isidro (“Pardal”). Cómodamente sentados en el desnivel que hace de arcén y divide la carretera de la ahora calle de la Constitución. Divisasteis de reojo los faros de aquel coche que, como uno más, os enfocó desde el bar de Maxi (“El Rápido”). Unos segundos más tarde las ruedas chirriaron sobre el asfalto y cuando os quisisteis dar cuenta las luces se os echaron encima sin apenas daros tiempo a echar cuerpo a tierra mientras el coche pasaba volando sobre vuestras cabezas. Creo que la cosa no pasó de un buen susto, un brazo maltrecho y algunas magulladuras.

Episodio 3º: Aquella descarga eléctrica que hubiera matado a un caballo a ti te dejó sólo algunas secuelas de las que te fuiste recuperando lentamente.

Existen otros episodios, aunque estos son los más significativos, en los que la parca te rondó de cerca, porque tú, provocador nato ante todos y ante todo, no cejaste de echar un pulso a la muerte por la única razón de tener vértigo a la vida. Ahora te ha llegado sin que la provocaras y de forma placida, algo que para mí también quisiera. Supongo que a partir de hoy será para ti “el día de las alabanzas”, pero no esperes de mi ningún laudo porque de hacerlo creo que oiría tus sarcásticas risotadas. Además poca cosa ha de manifestar quien tantas veces, con razón o sin ella, remó contigo o a tu favor teniendo la marea en contra.

Podría decirlo de muchas maneras, pero no he encontrado otra mejor que las del cantor y poeta: “Cuando un amigo se va/ deja un espacio vacío/ que no lo puede llenar/ la presencia de otro amigo”. Espero que hayas encontrado el sosiego y la paz que, siempre me dio la impresión, nunca tuviste.

Reescribo en esta página el relato que un día te dediqué y que fue publicado por la desaparecida revista del pueblo “Así. Es Villadangos del Páramo” Creo que nunca lo leíste. Pero en una de nuestras muchas conversaciones me comentabas entre risas que la fantasía que yo le había puesto se acercaba mucho a la realidad. Va por ti.




DIONISIO Y EL LOBO.

Aún no había amanecido, aunque ya comenzaba a perfilarse el horizonte por el sol saliente. El cielo estaba despejado y hacía frío. Era la aurora de un mes de noviembre que presagiaba un día luminoso y fresco. Hacía ya un buen rato que Dionisio se había tirado de la cama, aseado someramente y desayunado con frugalidad. Su mente estaba programando las tareas del día mientras dirigía sus pasos hacia el tractor que tenía colocado en la cuesta y con el morro mirando a Valdecambillas.

Dionisio es un tipo observador al que le gusta perder un poco el tiempo en la contemplación de los fenómenos que la naturaleza nos brinda a diario y de forma gratuita, pero esta mañana otoñal apenas si echó un vistaza hacia el horizonte por donde sale el sol, que en ese momento comenzaba a teñirse de rosa: no vio como Venus, el lucero del alba, brillaba no muy alto, mientras la mayoría de las estrellas ya se habían apagado; tampoco se fijó, acostumbrado como estaba a verlo diariamente, en el escandaloso trajín que se traían las grajas, que habían hecho su colonia de cría y dormidero en la chopera cercana, en los silbos melodiosos de los tordos, en el canto del gallo…

Y es natural, llevaba la preocupación inmediata de si el viejo tractor arrancaría o lo dejaría tirado. Su desasosiego estaba justificado. Cualquiera que se arrimara a aquel amasijo de metal herrumbroso hubiera jurado que era imposible ponerlo en marcha, A primera vista solo desatacaban sus enormes ruedas, un prominente morro de chapa de color indefinido y un perforado asiento de hierro colocado detrás de un gran volante; de la cabina, si alguna vez la hubo, no quedaba resto alguno. Pero Dionisio es un manitas de la mecánica y la tecnología alemana de la máquina está planeada para los milagros. Así que sin pensarlo mucho se acomodó sobre el férreo y frió asiento dispuesto a hacer las maniobras que hicieran posible el prodigio, que no era otra cosa sino poner en funcionamiento aquella tonelada de chatarra.

Metió una marcha larga, pisó el embrague y quitó el freno de mano que anclaba la máquina al suelo. El viejo tractor comenzó a deslizarse por la pendiente muy lenta y silenciosamente, incluso se oía el roce con las piedras y la maleza que aplastaban sus ruedas; poco a poco, a medida que se deslizaba por la pendiente, fue aumentando la velocidad y cuando faltaban escasos metros para arrasar con los cierros de las huertas que hay en el fondo del valle, soltó el embrague y se produjo el fenómeno. La silenciosa y muerta chatarra con motor pegó un par de tirones y comenzó a emitir espantosos ruidos mientras una humareda, pardo negruzca y más tarde grisácea, salió expulsada por el achicharrado tubo d escape. Unas pisadas al acelerador y la bestia mecánica barritó cual furioso elefante. El pop, pop, pop de su motor ronco y cansino se hizo más regular y acompasado a los pocos minutos. Ahora solo faltaba colocar el arado en la parte trasera antes de dirigirse, por el camino del Montico, a una finca que ha de ralvar allí cerca de donde llaman Raposeras.

El viejo tractor y su conductor llegaron al lugar de la faena cuando ya el sol comenzaba a asomar como un enorme disco anaranjado y todo vestigio estelar había desaparecido del firmamento. La finca era grande, llana y tenía un buen tempero que haría fácil la arada. Hacia el centro crecía una gran mata de robles que iban a dificultar un poco el trabajo. Las fincas colindantes hacía ya tiempo que no se labraban y varias matas de robles salpicaban el terreno. Desde que los vecinos del pueblo habían dejado de hacer las tradicionales cortas anuales, para utilizar la madera como combustible, el monte se había hecho más denso y salvaje. Al tipo de roble que puebla estos montes y que mantiene las hojas secas marcescentes, es decir que permanecen en las ramas durante el invierno hasta que echa las nuevas en primavera, se le conoce como roble rebollo (Quercus Pyrenaica) y pertenece a la familia de las Quercaceas como las encinas o los alcornoques. Dionisio ha dado una vuelta alrededor de la gran mata pensando más en los problemas que le va a dar en el laboreo que en erudiciones botánicas y por entretenerse juega un poco entre sus manos con las bellotas y los falsos frutos que llamamos abullacos.

La antigualla de chatarra, a unos cuantos metros de distancia, sigue lanzando su cansino pop, pop, pop que es casi un profanación que quebranta el inquietante silencio del lugar y la calma del paisaje. Desechando los vanos temores que asaltan al ser humano al encontrarse en la soledad de la naturaleza comenzó Dionisio la faena. Pasó más de una hora, el sol se elevaba ya sobre el horizonte y la labranza iba a buen ritmo. Era el momento de aliviar la vejiga y echarse un cigarrillo con calma. Este rato de asueto lo aprovechó para desbrozar la finca de algunas grandes raíces que las rejas del arado habían arrancado y dejado al descubierto. Si todo iba bien en un par de horas habría terminado. Se acomodó de nuevo en el tractor dispuesto a rematar.

Los cinco o seis surcos que llevaba arados desde el descanso destacaban sobre el resto dándole a la tierra un color más oscuro, era la flor del tempero que le daba varias tonalidades a la tierra, como si de un cuadro abstracto se tratara. Iba a iniciar un nuevo surco. Ya le había dado la vuelta al tractor y colocado la reja del arado en el lugar exacto, echó un vistazo rutinario a la superficie arada, más que nada por complacerse en la estética que plasmaban la variedad de tonos ocres, cuando sus ojos se toparon con los de aquel animal que le miraban de hito en hito. De forma brusca e instintiva detuvo el tractor que ya había comenzado la arada del nuevo surco. Era casi increíble pero aquel animal, situado a pocos metros, era un lobo.

Era la primera vez en su vida que Dionisio veía a un lobo libre en la naturaleza y tan cerca. Lo podría haber confundido con un perro, pero desde el primer instante supo que era el fiero cánido y ancestral competidor del hombre. Por un momento quedó paralizado por el miedo. El cabello se le erizó ligeramente y toda la naturaleza a su alrededor quedó en suspenso, ni tan siquiera oía el pop, pop del viejo tractor. Pasados unos segundos en los que el tiempo no existió, se tranquilizó pensando que poco podía hacer la alimaña si estaba sola, no parecía muy fuerte y además los lobos suelen huir de los humanos. Por otra parte, subido allí, en lo más alto de su máquina, el lobo no osaría atacarle.

Decidió que lo más juicioso era seguir arando como si no pasara nada. Pisó con decisión el acelerador y la máquina avanzó echando una gran humareda. El lobo se asustó un poco, tal vez por el trueno repentino de la maquina, y se retiró unos metros con andar cansino al fondo de la finca, sin demasiada prisa y mirando a tractor y tractorista de cuando en cuando. Dionisio pensó que aquello sería suficiente para ahuyentar a la bestia, así que, sin tampoco perderla de vista, llegó al final del surco y dio la vuelta. Ahora la fiera quedaba a su espalda, a tiro de piedra, y ambos seguían sin perderse de vista. Comenzó a echar un nuevo surco y el lobo inició su andadura tras el tractor a su misma velocidad y a poca distancia. Dionisio no podía creerlo. Aquel maldito animal lo perseguía. De repente se sintió ofendido y se despertó en el un primario instinto de agresividad, mas defensiva que ofensiva. Detuvo de nuevo la máquina, se incorporó del asiento para parecer más alto y fuerte y gritó: “¡Eeeh, fuera, fuera, hijo puta!” El lobo quedó unos instantes totalmente quieto, sorprendido por una reacción que no esperaba, pero de pronto erizó todos los pelos de su piel, sus patas y todos sus músculos quedaron tensos, dejó entrever sus poderosos caninos y sus rasgados ojos parecieron más amenazadores y feroces. Y Dionisio… tuvo miedo. Un sudor frió recorrió su espalda mientras su mente actualizaba sus miedos infantiles y menos infantiles. Instintivamente y sin ademanes bruscos se sentó de nuevo en la banqueta de hierro y emprendió la marcha hacia el lugar que él creía más seguro, el pueblo. De vez en cuando volvía la cabeza para comprobar si la fiera le seguía, pero esta había depuesto su posición de agresiva defensa y trotaba olisqueando entre los terrones o se entretenía escarbando entre los surcos. Aquel año la finca del monte quedó a medio ralbar y sin sembrar y el lobo se quedó sin parte de la ración de ratones que salían huyendo de la reja del arado.


Algo para leer…

37.- “Los Motivos del lobo”, un precioso poema de Rubén Darío.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

LIDERES.





Un rebaño de ovejas pastan tranquilamente en un prado al lado de un río. De repente aparece un paseante con dos perros sueltos ajenos al rebaño que atacan a las ovejas. Inexplicablemente todo el rebaño se dirige hacia el río sumergiéndose en sus aguas y pereciendo ahogadas. Esto es un extracto del relato que nos hace el etólogo alemán Vitus B. Dröscher en uno de sus ensayos.
Es probable que ahora haya poca gente en esta villa que sepa dar una explicación al mencionado comportamiento, a no ser Pepe (“El Ovejero”), Isidro (“Pardal”) o Manolo (el de Genara) que creo que son los únicos que actualmente tienen ovejas. Hace años había una numerosa cabaña lanar en nuestra villa. Prácticamente todos los vecinos tenían un pequeño hato de ovejas que cuidaba un pastor común. Cada mañana se congregaba el rebaño en la Calle Ancha, donde ahora viven Lici y Pepe (“El Carrero”). El pastor las conocía a todas, incluso por su nombre, y por supuesto sabía quien era su dueño. Para poner en marcha el rebaño a veces utilizaba el truco de cebar con rebojos de pan duro a la oveja que lideraba el rebaño y a la que él conocía perfectamente. Con este ardid el rebaño se ponía en marcha tras el pastor seguido de la oveja líder. Cuando al atardecer volvía el rebaño del pasto los vecinos no tenían que preocuparse por ir a buscar sus ovejas. Nada más entrar en el pueblo se formaban grupos de seis, ocho, diez ovejas o las que tuviera cada vecino. Cada grupo iba encabezado por una oveja jefa, generalmente la más vieja, que se dirigía sin titubeos hacia su majada. Vi estas escenas durante toda mi infancia y me parecieron siempre naturales y a la vez inexplicables. Ahora se que las ovejas son animales gregarios que se dejan llevar siempre por una que lidera el grupo.

Lo que había ocurrido en el relato que refería al principio es que los perros había atacado casualmente a la oveja líder que presa del pánico se había arrojado al río y en su instinto gregario todas las demás la habían seguido con las consecuencias mencionadas.

Los humanos somos, como las ovejas, gregarios y solemos seguir, apoyar o sostener, las más de las veces, a líderes estúpidos, cretinos, malvados o crueles. Pocas veces a líderes sensatos, que son seguidos por muy pocos porque generalmente dicen lo que la mayoría no quiere oír. Por eso cuando escucho la palabra “líder” –anglicismo que no termina de gustarme- me pongo inmediatamente en guardia, sobre todo cuando la tal palabra es referida a un político. Es bien sabido que los lideres políticos en general, y los que padecemos en particular, siempre habrá excepciones, comienzan a perder pie en cuanto se encaraman al carro del poder. Es decir que sufren una especie de síndrome levital que les hace perder el sentido de la realidad. Si a su alrededor tienen un corifeo que les aplaude las gracias, e incluso las desgracias, llegan a creerse incluso dioses y como tales son tratados por sus acólitos. Y si alguien piensa que exagero que repase las hemerotecas y verá como un ex presidente de gobierno era llamado Dios, no se si en broma o en serio, por uno de su cercanos colaboradores.

La palabra “lideresa” no se si me da más miedo que grima. Suele atribuirse a una mujer con cargo político o con poder. Sin ánimo de parecer misógino podría demostrar con ejemplos concretos como muchas mujeres que ocupan este tipo de cargos son más arribistas y ambiciosas que los hombres. Suelen tener un comportamiento hipermachista y querer demostrar ante cristo padre que ellas tienen más cojones que nadie. Sin ir más lejos la Comunidad de Madrid tiene al mando a una ínclita lideresa que solo hace declaraciones cuando levita en zapatos de tacón.

Esto de levitar debe de formar parte de la condición humana. Lo digo porque poco antes de escribir estas líneas pinché sobre el blog y vi que tengo dos asiduos lectores o lectoras. Me invadió un alubión de endorfinas cargadas de vanidad e inmediatamente me empecé a elevar en la silla. Así que pensé: ¡joder, por que poca cosa levito! Enseguida comprendí, aliviado, que era una falsa alarma. Resulta que estas sillas modernas llevan un sistema hidráulico de elevación que, inadvertidamente, había pulsado con el tacón y esto había puesto en marcha el mecanismo que eleva el asiento. ¡Que susto!


Algo para leer...


35.- "Sobrevivir" de Vitus B. Dröscher. Ed. Planeta.


36.- "Calor de Hogar" de Vitus B. Dröscher. Ed. Planeta. Ambos cuentan interensantísimas historias del mundo animal

viernes, 27 de noviembre de 2009

DE SETAS Y SETEROS.


Hará cerca de treinta años compré mi primer libro sobre setas. Hacía tiempo que me picaba la curiosidad por el mundo de la micología y un día me decidí por un libro a todo color, porque el mundo de las setas solo se puede conocer a todo color. Ahora lo comparo con otros libros que tengo sobre el mismo tema o que hay en el mercado y me parece bastante malo, pero por entonces era lo que había o al menos lo que encontré. He de confesar que no me sirvió de mucho porque para conocer el mundo de la micología es necesario, diría que imprescindible, un maestro iniciador.
Cuando digo un maestro quiero decir un maestro, no un enteradillo, porque viendo mi interés por este mundillo alguien me recomendó a alguien de por aquí de estos pueblos. Ambos salimos al campo un soleado día de otoño. Como es de suponer iba muy ilusionado. Encontramos unas cuantas variedades de hongos, pero mi acompañante no supo identificar ningún ejemplar por su nombre vulgar o científico. Solo sabía decirme cuales eran comestibles, porque el los había comido muchas veces, y cuales no lo eran por el aspecto o el color. Durante nuestra búsqueda, si encontrábamos algún ejemplar que él no consideraba comestible, le pegaba una patada diciendo simplemente: “Esta es mala”. Por lo que se refiere a la parte culinaria no tenía ni remota idea.
Aquella excursión, exactamente por las alamedas y el campo de Carrizo de la Ribera, fue para mi muy positiva pues aprendí lo jamás debe hacer un buscador de setas. Me fui a casa con una gran bolsa de plástico repleta de setas “comestibles”, según aseveraba mi acompañante. Cuando la abrí la mayoría estaban tan deterioradas que no las hubiera identificado ni el más experto micólogo. Ni que decir tiene que no las probé, de haberlo hecho es probable que hace tiempo Toño (“El Patrón”) hubiera acariciado mi calavera. Aquel “experto” me había dado pruebas evidentes de que no tenía ni puñetera idea y un amor nulo por la naturaleza.
Lamentablemente ninguno de los numerosos y pésimos maestros que tuve me enseñaron a amar y respetar la naturaleza, o al menos no lo recuerdo. Jamás me sacaron al campo a enseñarme las flores, las plantas, las aves, los misterios de la vida. Estaban tan ocupados y preocupados por inculcarnos las grandezas del “glorioso movimiento” y el tedioso catecismo con sus cosas del más allá que se les olvidó enseñarnos el más acá.
Tampoco es que hubiera entre los habitantes de la villa gran afición por la micología, diría que más bien ninguna. Es posible que en nuestro páramo afloren una gran variedad de setas que tengan interés para un micólogo o como poco para un micófilo y no estoy seguro si un micófago se conformaría con lo que hay para llevarlo a su mesa. Lo cierto es que si viene un buen año de lluvia, humedad y temperatura, combinación necesaria para que aparezcan las setas, se pueden encontrar algunas variedades con las que hacer sabrosos platos. Mencionaré algunas: Unas cuantas variedades de Agaricos, conocidas como champiñones. Si el año es bueno salen en cualquier parte y muchas de las especies son comestibles. Sólo son tóxicos los que pertenecen a la familia de los xantoderma (Agaricus xanthoderma) que son fácilmente reconocibles porque amarillean en el pie y huelen mal. La fotografía que encabeza este escrito es de un agarico y aunque sea tan bonito no es comestible. Está hecha en Palazuelo de Órbigo. También se pueden encontrar, creo que no en abundancia, las setas de cardo (Pleurotus eryngii) ¡Están tan perseguidas las pobres! En el monte, si es que queda algo de monte, se pueden encontrar macrolepiotas es probable que tanto la Procera como la Rachodes y es muy posible que alguna variedad de boleto. En las huertas y en las eras, si es que queda algo de ellas, será fácil encontrar senderuelas (Marasmius oreades) y lepistas, tanto la Nuda como la Personata. En Valdecambillas vi en cierta ocasión en un chopo seco un buen grupo de Pleorotus Ostreatus. También se pueden encontrar sobre los viejos troncos la llamada seta de chopo (Agrocybe aegerita) En los caminos suelen crecer grupos de la excelente barbuda (Coprinus Comatus) y poco más que yo sepa.
Desde que buscar setas se ha convertido en una afición tan popular hemos puesto en peligro este desconocido y frágil mundo. Hay seteros que arramplan con todo destruyendo los ejemplares que no conocen con el pretexto de que si no son comestibles no tienen derecho a estar ahí. Soy de los que se pasean por el campo disfrutando con solo mirar, oler y sentir la naturaleza. Apenas voy ya a buscar setas, pero si lo hago llevo una cesta de mimbre o de tela, jamás una bolsa de plástico; procuro recoger sólo lo que voy a comer y respetar lo que no conozco porque he llegado a la conclusión de que cada brizna de hierba, cada canto rodado, cada terrón tiene su porqué y cumple con su función en la naturaleza, aunque yo ignore cual pueda ser. Y por último si alguien piensa que soy solo un enteradillo en esta materia ha dado en el clavo, aunque puede que para el que todo lo ignora sea un enteradillo aventajado.
N.B: Si hay por ahí algún setero que se explique.

Algo para leer…

33.-“Setas de Castilla y León” (No tengo referencia del autor en este momento)
34.-“Hongos” Biblioteca del Norte de Castilla. Tomo IV

viernes, 6 de noviembre de 2009

ALGUNOS CASOS DE LATROCINIO.


Lolín debe de andar por los ochenta. Muchos de los que llegan a esa edad son lagartos al sol del mediodía, pero Lolín se mantiene activo y en plena forma con sus labores diarias de hortelano. El huerto es un buen pretexto para mantener la ilusión de vivir y a la vez una fuente para el sustento con unos productos básicos cultivados sin prisa y con mimo.
En un encuentro casual durante el último verano charlaba con Lolín, entre otras cosas, de esta su afición a la horticultura y en un paréntesis le solté: “ Mira, Lolín, a ti te robaba los higos de la higuera que tienes en el huerto” Sabía que esta confesión, después de cuarenta años de producirse el delito, no iba a traer consecuencias graves porque el hurto de unos higos solo le escuecen al amo cuando están maduros. Me exponía a que Lolín me corriera a gorrazos pero confiaba, a lo mejor ingenuamente, que por razones de edad pudiera zafarme a la carrera. No hubo necesidad de nada de esto porque después de indicarle el lugar del delito me dijo que esa higuera no era la suya.
Claro que aquella afición por apropiarme de los higos ajenos no deja de ser un acto inocente comparado con el robo de un Banco. Y fíjense que no digo una sucursal bancaria, como aquel sucedido en la Caja de Ahorros de nuestra villa, situada por aquel entonces en la plaza del Ayuntamiento, y de la que (puede que lo haya referido alguna otra vez) fueron testigos Santiago (“Bonito”), Fidel (“Fidelón”) y Jaime (“Jaimito”). Dos chorizos de poca monta asaltaron la sucursal al grito de: “Esto es un atraco, todos al suelo y la pasta”. Así lo hicieron los dos mozarrones Santiago, que ahí está para contarlo si quiere, y el difunto Fidel, mientras, el ya también difunto Jaime, daba saltos como una rana gritando ¡Ay, Dios mío!
No me refiero al vulgar atraco antedicho, sino al golpe maestro que pone en peligro, no a una sucursal, sino a la propia institución bancaria. Y esto fue lo que hizo Lucio Urtubia. Lo vi hace poco en el programa de la TV1 “Españoles por el mundo”. Lucio debe de tener la edad de Lolín. Toda su vida se ganó el garbanzo como paleta, currando en la capital de Francia. Es un excelente solador y también un soñador. Como a todos los utópicos soñadores le dio por dedicar sus ratos libres a hacer algo por aquellas causas que consideraba justas. Para ello robó y estafó nada menos que al City Bank. Los americanos todavía están rumiando la humillación. Tuvieron que negociar con este albañil navarro, tan grande como un oso y con apariencia de paleto para que dejara de afanarles la cartera. Lo nunca visto, los amos del dinero negociando con un arrabalero de la prospera industria del mangue. Este viejo anarquista es un raro caso de Robin Hoob del siglo veinte.
Lucio Urtubia era muy fino en el arte de mangar, pero hay aún medios más sofisticados y no para quedarse con el dinero de otro sino con el de todos. Para ello hay que procurarse un puesto en la política, a ser posible de presidente de una comunidad autónoma, alcalde de un pueblo donde corra la pasta u otro cargo con poder decisorio sobre el dinero público. Con el cargo en el BOE se le buscan las vueltas a la ley fraccionando el presupuesto de las obras a realizar para que no entren en concurso y así poder asignarlas a los amiguetes o se crea una empresa, con hombre de paja incluido, y se le adjudican todos los contratos convenientemente inflados. Ya solo queda repartir los dividendos. Y todo es prácticamente legal. Como el dinero es público, de esa plebe de mierda, y lo público parece que no es de nadie pues viva el saqueo.
Ahora veamos las consecuencias de estos actos:
1º.- Al sicofanta que yo fui: Unas hostias bien dadas si Lolín o el dueño de la higuera me llegan a pillar. E incluso el internado en un correccional en caso de comparecer ante un juez severo.
2º.- A los choricillos de la sucursal bancaria: Varios años de cárcel por atraco a mano armada.
3º.- Al honesto idealista Lucio: Varios años de cárcel en el caso de que no hubiera negociado con los banqueros.
4º.- A los mangantes de por ahí el levante de la piel de toro, Cataluña, León... ¿para qué recorrer toda la geografía?, un poco de ruido, una amonestación de los conmilitones del partido, esto si se tercia, y un premio con mayoría absoluta en las próximas elecciones.
Hágase juez por un momento e imparta justicia, no digo que aplique la Ley, sino que haga justicia y ponga penas a los todos los mangantes citados.




Algo para leer...


32.- Lucio, el anarquista irreductible de Bernard Thomas. Ediciones B

Habrá quien no esté de acuerdo con la conducta de Lucio, es de esos hombres para quienes lo justo es muchas veces los contrario de lo legal. El eligió el camino de ser un hombre justo.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Chile, 11 de Septiembre de 1973.


Uno de los personajes que encabeza este escrito liquidó al otro. Si tiene usted un niño a mano pídale que lo identifique, casi seguro que no errará. Ocurrió un 11 de Septiembre de 1973 mientras me desriñonaba arrancando las habas de “Froilanín” junto al Ayuncar.
Salvador Allende contó con mi aprecio desde que comencé a saber de él en la prensa de la época. Será por la malsana propensión a inclinarme por los perdedores. Era yo muy joven y Chile estaba muy lejos, pero me producía una especial satisfacción que un gobierno democrático y popular le plantara cara a una oligarquía instalada en el poder desde la conquista. Claro que la alegría duró poco.
¿Cómo se derriba a un gobierno popular en un país donde el casi 100% de la tierra está en manos de un 3% de la población; donde la minería y las grandes industrias están en manos de multinacionales gringas? Es fácil. Se le asfixia económicamente hasta que el descontento sea tal que sus propios afines se vuelvan en contra. Se dota a grupos violentos con abundantes medios y armas para que siembren el terror en la calle. Se crea un clima social de desastre absoluto mediante huelgas, manifestaciones y algaradas callejeras. Finalmente se instiga a los militares para que solucionen ese caos y eliminen a los opositores.
Es sabido que el plan fue minuciosamente trazado desde USA por su entonces presidente Richard Nickson (alias “Ricardito el Mentiroso”), adyecto personaje que ya apuntaba maneras fascistoides cuando en los años cincuenta formó parte del tribunal que enjuició a varios artistas de Hollywood en la llamada “Caza de brujas” de la época de McCarthy. Respaldado e instigado por su no menos abyecto secretario de estado Henry Kissinger, paradójicamente con un flamante Nóbel de la Paz en sus vitrinas a pesar de los miles de muertos en su haber. Respaldado, instigado, maquinado y dirigido por el entonces embajador de USA en Chile, otro tipo repulsivo que sembró de horror y muerte todos los países de América Latina por donde pasó.
El plan fue finalmente perpetrado por el felón e infame militarote de mirada feroz y vocecita de eunuco Augusto Pinochet. El y sus conmilitones asesinaron a varios miles de chilenos, les expoliaron, robaron sus bienes e incluso se quedaron con los hijos de las mujeres embarazadas después de asesinarlas. Silenciaron las voces que reclamaban un reparto más equitativo de la riqueza social y pusieron en práctica la dudosas teorías socioeconómicas de la escuela de Chicago.
Han pasado treinta y seis años. Ha habido otros traumáticos 11 de septiembre, pero a mi me sigue doliendo Chile. Me sigue impresionando ver a Salvador Allende atacado por aviones y carros de combate. Me sigue conmoviendo escuchar “Te recuerdo Amanda”, canción de Víctor Jara a quien los milicos torturaron y cortaron las manos antes de asesinarle. Me sigue entristeciendo el compungido Rostro de Neruda viendo su casa y biblioteca asaltadas y quemadas por los militares
Fue Chile entero una “Santa María de Iquique”. Ganaron los de casi siempre. Los perdedores tal vez puedan depositar sus esperanzas en las palabras del último discurso de un hombre honesto que fue Salvador Allende:
“Colocado en el tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo y les digo que tengan la certeza de que la semilla que entregamos a la conciencia de miles de chilenos, no podrás ser cegada definitivamente. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! , ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores! Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
A muchos les hubiera gustado que muriera batiéndose a tiro limpio, pero no lo hizo porque no era un hombre violento que quisiera hacer daño ni a sus propios enemigos. Después de ordenar a los pocos que quedaban a su lado para que depusieran las armas y salvaran sus vidas y ante la cercanía de las voces de los golpistas que le instaban a que se rindiese, se pegó dos tiros. Sus últimas palabras fueron: “Allende no se rinde, milicos de mierda”.



Chile 11 de Septiembre de 1973.

Tendría yo por entonces veinte años,
Una novia con cielo en la mirada,
Un futuro proyecto de futuro
Y un pasado de rezos y sotanas.

Allende era un político de izquierdas.
A Amanda recordaba Víctor Jara.
Neruda retirado en su Isla Negra
Sus versos y aventuras desgranaba.

Y de pronto llegaron los milicos
Con sus tanques, sus bombas y sus balas
Y sembraron de tumbas y de exilios
Las tierras de la esbelta araucana.

Rememoro aquel once de septiembre
Porque hay que recordar nombres y caras
De milicos traidores y felones
Y la sangre por ellos derramada.


Al para ver…

Les recomiendo que vean “La batalla de Chile”, un documental de Patricio Guzmán (está en la red) que debería proyectarse en las clases de historia de los institutos por aquello de que vale más una imagen…

martes, 23 de junio de 2009

¿SOY CULPABLE DE ALGO?


La Sra. Paca, madre de Dionisio (alias Manjarín), Arsenio, Elías, Pilar y Ángeles, era ya una mujer anciana cuando murió. Alguna de sus hijas me comentó que, a pesar de estar muy enferma, murió en su cama de una forma plácida, mientras a su instancia sus hijos e hijas rezaban el rosario en torno a su lecho. La de la Sra. Paca no fue una mala manera de morir, probablemente no deseaba morir, pero presentía el desenlace y lo aceptó refugiándose en la fe religiosa que practicó toda su vida.
Pero no todas las muertes son tan sosegadas ni aceptadas con plenas facultades. Hay gente que muere entre espantosos dolores, sin la conciencia de ser ella misma desde hace ya mucho tiempo o después de haber vegetado en su lecho durante años con la mente perdida. Mucha de esta gente hubiera deseado morir mucho antes, pero no la dejan debido a prejuicios culturales o religiosos. Ya hay quien jode bastante diciendo como tenemos que vivir y además impone como tenemos que morir.
Un tipo bien aposentado en la pirámide del poder compareció uno de estos dias ante un tribunal de justicia por haber hecho una denuncia contra varios médicos de la sanidad pública basada en acusaciones anónimas que resultaron ser falsas. Se les acusó a los médicos de haber dado matarile a enfermos terminales; lo que eufemísticamente se le llamó “mala praxis médica”. Ahora este atildado y repeinado funcionario público se sienta ante un juez para dar cuenta de la falsa denuncia. Pero ensoberbecido y altanero pregunta como un gallito ¿soy culpable de algo?. Sabe que ningún juez le va a condenar porque no, no es culpable.
No, no es culpable de haber acusado a unos cuantos médicos de mala “praxis”, eso lo hicieron denunciantes anónimos muy preocupados porque se estaban cometiendo “asesinatos” con enfermos terminales. No, no es culpable de haber enjuiciado y acusado falsamente a estos médicos y sanitarios, eso lo hicieron sus propios colegas, celosos de que no cumplieran con el juramento hipocrático. No, no es culpable de la persecución sistemática y personalizada desde los despachos del poder, que el ostenta, sobre los que tienen una ideología y una visión de la vida diferente de la suya. El solo cumplía con un deber funcionarial. No, no es culpable de torpedear una de las mejores sanidades públicas del mundo, con una mayoría de magníficos y competentes profesionales, y que además es gratuita, en beneficio de una sanidad privada cara y poco eficaz. Eso son solo suposiciones. No, no es culpable de que cientos de enfermos terminales mueran rabiaos entre la desesperación y el sufrimiento porque a inoculado el vacilo del miedo en la profesionales de la sanidad y ya nadie se atreve a sedar a un enfermo desesperado por el dolor. El solo cumple las reglas.
Coincidí con ella llenando la barrila en el caño público, tenía entonces ochenta y tres años y me hablaba de la cansera de vivir, aunque aún era autónoma y tenía una salud relativa. Reconocía tener muchos años y casi se disculpaba por haber vivido tanto pero, confesaba “la vida es muy amable”. Ahora tiene más de noventa años y está internada en un aparcadero de ancianos al que llaman residencia. Ya no me conoce, ya no conoce a nadie, ya no se conoce a sí misma. Desparramada en una silla de ruedas, plagada de yagas, transida de dolor y con la mirada perdida ni tan siquiera espera la muerte, porque ya nada espera. Pensando en ella soy yo quien espero que cuando me llegue el momento haya un profesional, a ser posible de la sanidad pública que para eso la pago, que me de el pasaporte de forma indolora. Morir no es fácil y hay muchas formas de morir, pero ni quiero que me condenen a vivir a como un vegetal ni a morir rabiado como un perro. Desde que nacemos siempre hay gente que nos quiere obligar, y a veces lo consigue, a como tenemos que vivir. Ahora viene este repeinado discípulo de Goebbels a obligarnos a como tenemos que morir. Y con todos los respetos le digo que solo me iré a tomar por retambufa si es de mi gusto.



EL ULTIMO DESEO.

No soy especialmente vanidoso,
Ni espero que la impronta de mi marca
Dejará más huella que en la charca
Deja el agua que cae un día lluvioso.

Deseo pasar al último reposo
En la hora señalada por la parca
Con Caronte al remo de su barca
Celebrando un momento fastuoso.

Lo ideal sería embarcar con el cortejo
De una hembra que sea jacarandosa
Fundidos en mortal y estrecho abrazo.

Me llamarán mis fámulos pellejo
Y dirán con envidia maliciosa:
¡Con que gusto ha palmao el cabronazo!


Algo para leer….

30.- Martes con mi viejo profesor de Match Albom. Un libro que debería tener todo el mundo como libro de cabecera para releer de vez en cuando porque nos enseña a disfrutar del diario vivir y aprender a morir.

31.- El queso y los gusanos de Carlo Ginsburg. De lo peligroso que es pensar y aún peor si se hace cuando existen totalitarismos teocráticos.

domingo, 10 de mayo de 2009

ELOGIO DE LA VAGANCIA



Mi primo Froilán solía distinguir entre vagos, a secas, y vagos con conocimiento. Nunca creí que la diferencia necesitase una aclaración y personalmente nunca se la pedí aunque me inclino a pensar que al vago con conocimiento podríamos definirlo como aquel que sabe lo que no quiere hacer.

Al vago con conocimiento no es que no le guste el trabajo, que no le gusta, lo que de verdad no le gusta es la obligación de trabajar. En caso de extrema necesidad remolonea y deja que lo haga otro más capacitado, auque le tilden de inútil o precisamente buscando que le coloquen el sambenito de inútil a perpetuidad.

Durante siglos, esos que viven del altar, inculcaron la idea de que el trabajo es un castigo divino. (Génesis 3,19) y por si acaso alguien lo ponía en duda lo apuntalaron con aquello de que “el trabajo dignifica al hombre”. Esta es una magnifica idea que les ha venido bien a cualquier tipo de orden político, desde los llamados democráticos hasta los de cualquier dictadura llámese teocrática, militar o seudo comunista. El colmo de la burla estaba escrito a la entrada de los campos de concentración nazis con enormes carteles que decían el trabajo os hará libres. Y tanto, libres y hechos polvo.

Pero la naturaleza humana es tozuda y en cuanto a cualquier mindundi se le deja libertad para pensar y actuar, se vuelve protestón y cuestiona lo incuestionable. Y esto es precisamente lo que está ocurriendo, que cada vez hay más gente que le da por pensar que tanto trabajar ¿pa que?. Esta idea expandida es mucho peor que la gripe de la peste porcina y habrá que atajarla cuanto antes.

El peligro del vago con conocimiento no es que no trabaje, sino que trabaje lo justo para ir tirando. A veces el vago con conocimiento parece que tiene una incesante actividad, y efectivamente la tiene, pero con el agravante que hace lo que le sale de los tutos y esto es intolerable para cualquier régimen político, incluso para al capitalista.

Podría poner varios ejemplos de vecinos de esta villa con el síndrome de vagos con conocimiento, pero como quiera que algunos se iban a molestar porque todavía no se han liberado de la idea de que “el trabajo es salud”, voy a dar dos o tres nombres de "sospechosos" de pertenecer al cuadro con el síndrome de la vagancia. Uno de ellos es Juanjo, el hijo de Froilanín (alias El Loro). Este es un caso perdido porque lleva el mal en los genes. Otro es Antonio (Alias Toño Vaca, alias Toño El Patrón). Este hombre parece que está siempre haciendo algo, pero que quieren que les diga, para mi un tipo que huye del horario como de la peste, que es capaz de tirarse treinta horas seguidas regando remolacha y mientras llega el agua y no llega tumbarse panza arriba en el surco mirando La Vía Láctea (Alias El Camino de Santiago, ¡hay que joderse!, ni las estrellas se libran del mote) pensado aquello de ¿de donde hostias venimos, que pedazo de mierdajo somos y a donde cojones vamos?, pues eso, que me resulta muy sospechoso de padecer el mencionado síndrome. Por último nombraré al director de esta página Felix (alias Ferretas). Este es de los que desde el primer momento de tener que ganarse su propio garbanzo empezó a currar con febril actividad las más variopintas ideas para librarse de currar y en ello sigue.

Ser vago en estos tiempos no es fácil y ser un vago con conocimiento, menos. Hasta los vagos más vagos tenemos que hacer frente a créditos e hipotecas y a la dura tarea de mal subsistir. Ser un vago con conocimiento es una filosofía de vida practicada por aquellos que piensan que si no hacen lo que quieren o no viven como quieren, al menos no hacen lo que no quieren o no viven como no quieren.


ELOGIO A LA VAGANCIA

No hay cosa que le de más repugnancia
A mi cuerpo tunante y jaranero
Que aguantar al cretino mensajero
Que hace del trabajo militancia.

Prefiero deleitarme en la vagancia
Dependiendo lo justo del dinero
Sin hacerme adicto o prisionero
Del curre desmedido o la abundancia.

Hay muchos que censuran mi actitud
Mientras tachan de vicio o de pecado
Aquello que detesto o que no hago.

Yo, por contra, lo tengo por virtud
Sabiendo que el cielo ya he probado
Siendo lo que soy, osease: un vago.



Algo para leer…

27.- Del paro al ocio de Luís Racionero. Un interesantísimo ensayo, por lo menos así me lo pareció, sobre el currelo y el no currelo.

28.- El Derecho a la pereza de Paul Lafarque.- Carlos Marx dale que te pego con El Manifiesto Comunista hablando de explotación y plusvalía y de pronto llega el tal Paúl a saludarlo y ya de paso se quiere trajinar a una de sus hijas. Y Don Carlos le dice que na de na, que le ve pinta de vago y que todo ha de hacerse sobre seguro y con papeles. Anda que no le costó a Paúl llevarla al catre. Pues si, Paúl consideraba que el currante además de percibir sus plusvalías debería de tener un tiempo para echarse a la bartola y parece que está idea no le parecía bien ni al Sr. Marx.

29.- Buenos días, pereza de Corinne Maier. Esta buena señora mantiene que ni por asomo te creas aquello de que tu empresa es una gran familia y que tú formas parte de ella. Si eres empleado siempre serás la chacha. Incluso osa predicar que “si trabajando no tienes nada que ganar, tampoco tienes gran cosa que perder si no das golpe”. Siendo, como es, economista y psicoanalista a lo mejor hay que pensar en hacerle caso. En la misma línea están Un vago, dos vagos, tres vagos de El Gran Wyoming donde se hace una extensa clasificación de los vagos y Adictos a la pereza de Alicia Misrahi Una buena e ilustrativa guía para gandulear.

Si por casualidad no te gustara leer siéntate a contemplar unos cuantos episodios de Los Simpson para aprender algo de esos dos perros que son Homer Simpson y su Hijo Bartolo

jueves, 30 de abril de 2009

EL CAMINO



Que se nombre a Villadangos como referencia geográfica en los múltiples libros que hay publicados sobre el Camino de Santiago no es raro, pero que se haga en un libro de lujo y de gran formato con la mayoría de sus páginas a todo color no deja de ser sorprende habiendo, como hay, muchos pueblos en el tradicional Camino que aventajan a nuestra villa con múltiples encantos. Así que mis ojos no daban crédito cuando me encontré a la iglesia de nuestra villa profusamente ilustrada en un libro de estas características.
La clave de tanto despliegue cromático (el libro le dedica diez páginas a todo color a León capital, cinco a Astorga y nada menos que otras cinco a Villadangos) me la dio su breve texto donde dice que al peregrino visitante le atendió “un cura afable”, que por entonces era Cesar. El autor del libro pasó por aquí un buen día, entabló conversación con el cura y el buen trato del clérigo y su buena disposición hicieron el milagro de tanto colorín, porque otra explicación no cave.
Cuento esto porque en cierta ocasión leí en el foro de esta página la opinión de alguien a quien no le parecía nada bien que los peregrinos se desviasen hacia Villar o Chozas en lugar de hacer el camino tradicional a través de nuestra villa. Por la misma razón de que todos los caminos conducen a Roma también conducirán a Santiago y el caminante elegirá el que mejor le parezca.
Nuestra villa está en el Camino porque es el lugar de paso tradicional, pero el mérito sería que no estando en el Camino hubiera que dar un rodeo para visitarla. Al caminante, al peregrino, al visitante, al turista hay que ganárselo. No se le puede considerar como a un anónimo portador de callado y mochila que hace su desembolso económico en la villa y desaparece. Cada visitante es único y como tal lo tenemos que tratar. Cada peregrino es un acopio de cultura, experiencias y vivencias que nos pueden enriquecer y nosotros tenemos que procurar dejar una huella en su memoria que les motive a transmitir a otros que no solo pasó por Villadangos sino que algo de Villadangos quedó en ellos. Al peregrino no lo podemos considerar como un mero valor económico, sino como un bien cultural que nos aporta algo y a quien algo aportamos. Y si no estoy en lo cierto que le pregunten a Froilán (alias Babaruso, alias Golondrino) que tiene en esto su propia experiencia porque creo que ha sido el único de la villa que con un par ha hecho el Camino desde Roncesvalles hasta Santiago de una tacada.
Si queremos que los peregrinos sigan pasando por el camino tradicional y cruzando por nuestra villa habrá que copiar, para empezar, las buenas maneras del cura Cesar. Adecentar el pueblo y que las casas estén bien acicaladas hace también lo suyo. Si además están adornadas con flores tan bonitas como las suele tener Chonina o Gila pues es un buen añadido. Podrían hacerse muchas cosas para mejorar el pueblo. Algunas son competencia de nuestros munícipes, otras están en manos de los vecinos a pequeño coste o coste cero. Para ello tiene que haber iniciativa, ganas e imaginación.


El Camino de Santiago

Por los campos y pueblos del Camino
Con la mente en el “campo de la estrella”
Recibe y a la vez deja su huella
En fugaz procesión el peregrino.

Hay quien busca la fe como destino.
Hay quien peregrina ya con ella
Y hay quien quiere que brille una centella
Mientras hace su largo andar cansino.

Peregrino que cruzas por Castilla
Andando y desandando sus caminos
En busca de la estrella allá en su ocaso,

Espero que al cruzar por esta villa
te lleves el calor de sus vecinos
Y nos dejes la impronta de tu paso.


Algo para leer…

24.- El Decamerón de Giovanni Boccaccio.- Unos cuantos muy divertidos y muy calentitos que no aburren a nadie.

25.- El Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.- Una novela que apasiona. La película que dirigió Luchino Visconti basándose en esta novela es también maravillosa con una Claudia Cardinale pletórica de sensualidad y un Alain Delón que me gusta hasta a mí que no tengo nada de sarasote. Burt Lancaster en el papel de príncipe está que se sale.

26.- El camarada Don Camilo de Giovanni Guareschi.- Puede que se haya quedado un poco trasnochado pero las relectura de las aventuras del cura Don Camilo y el alcalde comunista Pepone a mi me siguen divirtiendo de lo lindo.

jueves, 2 de abril de 2009

DE PROCESIONES



Hará como un par de años caí, por casualidad, en Santa Marina del Rey uno de los días de la llamada Semana Santa. Por sus calles desfilaban en solemne procesión varios de los llamados “pasos” a hombros de los “papones”, escoltados por señoras con sus mantillas, peinetas y rosarios. El desfile iba presidido por los clérigos y autoridades municipales a quienes se les veía muy metidos en su papel. Mis ojos no daban crédito a tal boato y fervor religioso.
Otro tanto me sucedió en León capital el pasado año. Situado en los aledaños del llamado Arco de la cárcel contemplé desfilar una docena de pasos con sus correspondientes cofradías. Todos los participantes iban impecablemente vestidos en plan Ku-Kux-Klan, pero de morado. Ellas, con elegantes vestidos negros con bordados y calados que parecían de diseño. Muchos papones llevaban a hombros a sus más tiernos retoños vestidos de la misma guisa.
Sin duda mi sorpresa ante estas manifestaciones religiosas deviene de que soy poco procesionario, pero no dejo de ver con curiosidad a estas masas enfervorecidas participando en este gran teatro de religiosidad pública. Aquellos que pensábamos que la restauración democrática daría al traste con tanta exhibición de duelo, hemos tenido que rectificar. Las procesiones de la Semana Santa están más vivas que nunca, y no sólo en Andalucía, de honda tradición y de indudable atracción turística, sino en el resto de España donde tradición e imposición se confundían. Ahora hasta Santa Marina del Rey edita pasquines con sus procesiones como una atracción turística local.
Puestos a elegir procesión me inclino por la de Genarín, procesión poco ortodoxa que hace su recorrido por algunas calles de León capital en la noche del Jueves Santo. Quien quiera saber más sobre este santo laico, buscavidas, pendenciero, borrachín, amigo de putas, puteros y gente mal (bien) vivir puede echar un vistazo por la red o leerse el libro de Llamazares abajo cito. Quien piense que esta procesión es solo para pescar una borrachera va un tanto errado. Mientras las precesiones religiosas sacan en andas a sus cristos crucificados y a sus vírgenes compungidas que no recuerdan sino dolor y muerte, la procesión de Genaro es un canto a la alegría de vivir y la libertad de pensar.
Hace años que no asisto a las procesiones de esta villa. Las recuerdo aburridas y con poca sustancia. Lo más emocionante de todo aquel teatro era la procesión “del encuentro” que se reducía a la pantomima de tal entre un Cristo y una Virgen Dolorosa mientras el cura desgranaba paternóster. Nunca vi por aquí gente descalza o portando pesadas cruces o que se diera de latigazos en sus desnudas espaldas. Como sigamos así ni vamos a ganar el cielo ni vamos a ganar turistas.

Genarín.

Infausto fue aquel viernes de amargura
Que aliviando tu vientre en la muralla
Sufriste la envestida de un canalla
Conductor del camión de la basura.

Palmaste con el temple y la mesura
Esperada de un hombre de tu talla
Sin saber que la vida que se acalla
Colmaría de leyenda tu figura.

Perdiste, pellejero, tu pelleja
Ahíto de conejo y buen orujo
Destripado en la calle como un perro.

Como, quien nada tuvo, nada deja,
Te bastó con dejar tu solo embrujo
A una noche, la noche de tu entierro.

Algo para leer…

21 bis.- El Entierro de Genarín de Julio Llamazares. Historia de esos personajes que no se repiten y diversión a raudales.

22.- Rojo y Negro de Stendhal.- Me gustó, pero también es muy entretenido La Cartuja de Parma y un menos conocido ensayo Sobre el amor.

23.- Cándido y otros cuentos de Voltaire.- Los curas de mi época describian a este autor con rabo y cuernos. Decían que era un impío pero que a la hora de morir pedía confesión a gritos. Esto no debe de acercarse mucho a la verdad pero aunque así fuera a ver quien es el guapo que teniendo a la Parca reclamandote y a Caronte a punto de partir con tu alma al mundo del Letos no desea creer en lo que se duda o incluso se niega. Su Diccionario Filosófico es magnifico y para tomar en pequeñas dosis.

jueves, 5 de marzo de 2009

LA ESTACIÓN

Con la edificación del instituto y varias viviendas parece como que el barrio de la estación se hubiera acercado al pueblo. En otro tiempo la estación estaba lejísimos. Si había que tomar el tren para ir a León suponía su buena media hora larga de caminata hasta llegar allí. Franquear la laguna de la puente era un considerable obstáculo del que no te librabas de embarrarte hasta los tobillos. A continuación estaba la pedregosa cuesta y un camino de tierra entre tierras centenales. Siempre me pareció heroico el sacrificio que suponía para Rufino "Fino", el hijo de Godo, y los demás chavales que vivían en este barrio, el acudir todos los días a la escuela, sobre todo en los fríos días de invierno. Lo primero que se divisaba era el taller de Pepe "El Carrero" y ya entrando en la población, casi siempre desierta, y a la derecha el vallado de traviesas de madera terminadas en forma de pirámide con ese olor característico de los productos con que las impregnaban para evitar la corrosión y los xilófagos. Al final de la valla y a su izquierda estaba la cantina de Chelo, un pequeño habitáculo donde los ferroviarios se tomaban su refrigerio y los ocasionales viajeros esperaban la llegada del tren. Los trenes regionales no se retrasaban mucho pero los de largo recorrido, cual era el de Barcelona-Coruña podía tener un retraso de horas. Los viajeros entraban en el habitáculo donde Rey era el rey para preguntarle "¿Qué, cuanto retraso tenemos?". De vez en cuando pasaba un mercancías que estacionaba cansino en la vía de espera para que pasara otro más rápido y allí salía Rey con su gorra, su bandera roja y su silbato demostrando toda su autoridad y diciéndole al maquinista cuando tenía que poner en marcha aquella interminable fila de vagones de madera. Ir al barrio de la estación siempre fue para mí un viaje cargado de ilusión porque los trenes siempre me han fascinado. Es difícil expresar lo que se siente viendo acercarse a lo lejos a esa inmensa locomotora seguida de vagones, el trasiego de los viajeros subiendo y bajando, el jefe de estación ejerciendo de tal, el pitido de partida hacia el infinito de la interminable vía. Hay un revuelo de nostalgia por cada tren que se ve partir, aunque sea un mercancías. Esa magia de sensaciones solo la puede producir, al menos en mí, un lugar en esta villa: su estación.

sábado, 31 de enero de 2009

EL COCIDO EN VERSO.

Estaba tan contento creyendo que todo había salido bien y de repente veo que esto de la informática juega malas pasadas, así que repito el soneto que va debajo y que ha quedado mutilado con la falta del primer cuarteto. Ahí va y mil perdones por la repetición


Bien sea por hambre o por antojo
O por mero gozar de la pitanza
Pon chorizo y morcilla de matanza
Con garbanzos echados a remojo.

Si no quieres que el guiso quede cojo
Añádele tocino con templanza
De la parte del gocho que es la panza
Y magro de vacuno, que sea añojo.

Todo ello ha de ponerse a fuego suave.
Si le pones forraje, pon lo justo
Y casi al final de la cocción.

El caldo en abundancia será clave
Pa zamparse tres platos bien a gusto:
La sopa, la legumbre y la ración.

GASTRONOMÍA DE LA VILLA.


Últimamente estoy viendo en el foro de esta página un especial interés por la gastronomía o mejor podríamos decir por el papeo, el buen yantar. Incluso hay quien aboga por la recuperación de los platos tradicionales de esta villa. Como es sabido la inclinación desmedida al disfrute de la vianda nos lleva sin remisión al pecado capital de la gula, un pecado por el que en esta villa jamás debió de ir nadie a las calderas de Pedro Botero porque durante toda mi vida de católico practicante jamás oí de nadie de esta villa que pecara de gula. Yo mismo siempre llevé carraos hasta las pernillas de lujuria, envidia, pereza… pero de gula, jamás.

Mal que les pese a algunos “gourmet” como “El Loro”, que es uno de los foreros que quieren recuperar la gastronomía de esta villa, hay que reconocer que, en este pueblo, y hasta hace bien poco más que gastronomía lo que teníamos era la imperiosa necesidad diaria de llenar la panza. Es cierto que los que ya tenemos una edad nos dejamos llevar por la nostalgia, incluso la gastronómica. Recuerdo el irrepetible sabor de las patatas aderezadas con carne de la reciente matanza que hacía mi tía Martína y que, aún humeantes, comíamos cuchara en mano y de la misma cazuela colocada en medio de la mesa varios rapaces hambrientos. O aquellas, tan deliciosas, que preparaba mi prima Tina “La Gallinera” mientras a la vez ordeñaba las vacas, daba de cenar a los gochos y nos echaba la bronca por lo tarde que habíamos llegado a casa la noche anterior. Parece increíble que con tan poca atención que aparentemente les prestaba y los pocos condimentos que tenían pudieran estar tan buenas.

Sopas de pan para el desayuno, garbanzos con su ración o alubias para el medio día y patatas con manteca de cerdo o sebo de vaca para la cena ha sido la receta cotidiana durante generaciones en esta villa. El día de la fiesta mayor carne de pollo fibrosa y tirando a negra, esa que ahora no les gusta a los jóvenes “gourmet”. De vez en cuando un extra de carne si había la desgracia de que se muriera una vaca o una oveja y pare usted de contar. Podemos añadir algo de pescado como el bacalao en salazón, el besugo fresco o el congrio. Y al ser nuestra villa de secano nada de pescado de agua dulce salvo las tencas del estanque que no estaban muy bien consideradas.

En resumidas cuentas nuestra gastronomía ha sido más bien escasa, las más de las veces paupérrima. A una economía de subsistencia no se le puede pedir una gastronomía imaginativa. A los alimentos básicos se les condimentaba con lo que había y había poco. No es que nuestra gastronomía no tuviera platos sabrosos, que los tenía, es que era poco variada. Ahora los platos de antaño nos parecen deliciosos, quizás porque los comemos con menos frecuencia. De cualquier manera y si alguien me contradice que lo haga cuando le plazca convidando a una buenas viandas, tradicionales o no, que allí estaremos para hacer una critica de su saber culinario.
EL COCIDO EN VERSO

Si no quieres que el guiso quede cojo
Añádele tocino con templanza
De la parte del gocho que es la panza
Y magro de vacuno, que sea añojo.

Todo ello ha de ponerse a fuego suave.
Si le pones forraje, pon lo justo
Y casi al final de la cocción.

El caldo en abundancia será clave
Pa zamparse tres platos bien a gusto:
La sopa, la legumbre y la ración.


Algo para leer…

19.- Las uvas de la irá de Jhon Steinbeck.- Desesperados que desearían matar, pero no pueden, a quien creen que es el causante de todas sus desgracias: los bancos. Era la época de la gran depresión y la cosa parece que se repite. La Perla es también muy entretenida.

20.- Las aventuras del valeroso soldado Schwejk de Jaroslav Hasek. Para desternillarse de risa con el patoso soldado.

21.- El hombre unidimensional de Herbert Marcuse. No olvidemos que estamos ante un filósofo. Hay que poner voluntad para leerse este interesante ensayo. El mismo autor Eros y Civilización, también muy interesante.


jueves, 15 de enero de 2009

ECOCOMUNISTAS.


No hace mucho un ex presidente de gobierno de España -si, ése que es muy amigo del ex jefe del imperio- dijo que “los ecologistas son los nuevos comunistas”. Hay quien no puede vivir sin un enemigo, real o inventado, a quien odiar.

Según la teoría de nuestro ínclito ex presidente la gente de esta villa ha sido tozudamente comunista, y ellos sin saberlo, hasta hace no muchos años. Dejó de serlo durante unos pocos y ahora hay de nuevo peligro inminente de la vuelta de ecocomunistas. Puede que alguien piense que desvarío, pero he llegado a esta conclusión tras un sencillo análisis deductivo. Hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo esta villa gozaba de un frondoso monte bajo comunal poblado por robles y encinas que era cuidado con mimo por los vecinos representados por la Junta Vecinal que funcionaba democráticamente a través de los Concejos públicos y rigiéndose por el derecho consuetudinario o costumbre. El monte era lugar de pasto para el ganado y casi la única fuente de energía que abastecía a los vecinos de la madera necesaria para no quedarse tiesos en invierno y cocinar durante todo el año. Tenía, y tiene, Villadangos dos o tres valles u hondonadas verdes y muy divididas en pequeñas huertas o prados que estaban valladas por setos naturales formados por chopos, salgueros, zarzas, agabanzos, endrinos, ciruelos silvestres etc. Las lindes entre las huertas eran comunes a los vecinos colindantes que de común acuerdo se repartían la plantación o reparación del seto o cierro.

Los árboles y arbustos que crecían en la linde eran respetados y mimados porque cumplían a la vez varias funciones: dividían y cerraban las pardelas impidiendo que el ganado pasara de unas a otras no habiendo de esta forma necesidad de guardián; eran almacén de madera (chopos); eran fuente de materia prima para cestas y carriegos (varas de las paleras); protegían al ganado de los rigores del estío etc. Y lo que era muy importante, aunque pasara desapercibido, es que los cierros o setos naturales cumplían una función ecológica poco invisible, pero inestimable, cual era crear un micro ecosistema compuesto por aves, insectos, plantas y pequeños mamíferos que prosperaban a su abrigo creando un hervidero de vida.
En aquella comunidad de ecocomunistas se colaba a veces algún saboteador como fue el caso de un vecino que tenia una huerta colindante con una de mi padre. Como era costumbre convinieron dividirse la linde para que cada uno cerrara una parte y plantara sus chopos. Así lo hicieron. Llegó la primavera y mi padre veía como los chopos del vecino prosperan con sus verdes y trémulas hojas al viento mientras que los suyos no terminaban de arrancar y estaban medio secos. El misterio se resolvió el día que mi padre pescó al vecino in fraganti y muy atareado moviendo los jóvenes chopos para impedir su enraizamiento. Como es de suponer mi padre intentó agarrar a aquel hijo de Caín para darle una lección de hostiología, pero el arboricida era entonces un chaval muy joven y ágil, así que temiendo por su integridad física hizo los mil metros cierro más rápidos de la historia hasta perderse al final de las huertas. De aquella se salvó de que mi padre le partiera el cráneo y por ahí anda aún este meneador de chopos.

Con la llegada del agua abundante, la industrialización del campo y la desaparición de los animales domésticos las huertas y prados dejaron de cumplir su función y los vecinos dejaron de ser ecocomunistas. Tanto es así que por poner un árbol en la linde algunos se sentían, y se sienten, tan molestos que hasta acuden al juzgado de guardia. Las huertas y prados están abandonados y han perdido la mayoría de los setos divisorios junto con la fauna y flora que se cobijaba a su abrigo. Como no son de utilidad inmediata nadie les presta atención y como son privados, las autoridades nada hacen para que la situación cambie. También el monte perdió su razón de ser y entre urbanización e industrialización no es ni sombra de lo que fue.

En el foro de ésta página han aparecido recientemente peligrosas voces de ecocomunistas dando la voz de alarma sobre la escasez de árboles en estos páramos. He aquí otra vez a esos desaprensivos que quieren ecocomunizar el pueblo. He aquí a esos insumisos disidentes que les da por pensar que la tierra es un pequeño planeta frágil y hermoso del que sólo somos temporales y efímeros pasajeros junto con animales y plantas. Hay que terminar con esos tendenciosos ecocomunistas que atentan contra el “progreso” con tan peligrosas intenciones.


Cuando ya sea polvo.

Cuando ya sea polvo,
cuando sea fermento
cuando las bacterias
tapicen mi cuerpo
y sirva de festín postrero
a una abigarrada masa
de hambrientos insectos...
Plantad sobre lo que quede un árbol
que mire hacia el cielo
y con sus raíces abrace mis huesos.
Que los minerales,
que un día fueron músculo,
sangre y esqueleto
trasmuten en ramas,
hojas y fruteros.
Que avance la vida
en nuevos proyectos,
que siga el misterio.


Algo para leer…

15.- Cuantos de la Alhambra de Whashinton Irving.- Hace mil años que lo leí y me dejó un dulce recuerdo.

16.- Cuentos de Edgar Alan Poe.- Para disfrutar y pasar mucho miedo. Cualquier lectura de este autor es buena, a mi me gustó mucho su novela “Las aventuras de Arthur Gordon Pym”.

17.- El último mohicano de James Fenimore Cooper.- Un clásico de indios y blancos en la lucha por el territorio.

18.- Lolita de Vladimir Nabokov.- Que maravillosamente pérfida puede ser una adolescente que a la vez que chupa chocolatinas está pidiendo guerra al pobre profesor de literatura ya maduro que llega a matar por ella.