viernes, 27 de noviembre de 2009

DE SETAS Y SETEROS.


Hará cerca de treinta años compré mi primer libro sobre setas. Hacía tiempo que me picaba la curiosidad por el mundo de la micología y un día me decidí por un libro a todo color, porque el mundo de las setas solo se puede conocer a todo color. Ahora lo comparo con otros libros que tengo sobre el mismo tema o que hay en el mercado y me parece bastante malo, pero por entonces era lo que había o al menos lo que encontré. He de confesar que no me sirvió de mucho porque para conocer el mundo de la micología es necesario, diría que imprescindible, un maestro iniciador.
Cuando digo un maestro quiero decir un maestro, no un enteradillo, porque viendo mi interés por este mundillo alguien me recomendó a alguien de por aquí de estos pueblos. Ambos salimos al campo un soleado día de otoño. Como es de suponer iba muy ilusionado. Encontramos unas cuantas variedades de hongos, pero mi acompañante no supo identificar ningún ejemplar por su nombre vulgar o científico. Solo sabía decirme cuales eran comestibles, porque el los había comido muchas veces, y cuales no lo eran por el aspecto o el color. Durante nuestra búsqueda, si encontrábamos algún ejemplar que él no consideraba comestible, le pegaba una patada diciendo simplemente: “Esta es mala”. Por lo que se refiere a la parte culinaria no tenía ni remota idea.
Aquella excursión, exactamente por las alamedas y el campo de Carrizo de la Ribera, fue para mi muy positiva pues aprendí lo jamás debe hacer un buscador de setas. Me fui a casa con una gran bolsa de plástico repleta de setas “comestibles”, según aseveraba mi acompañante. Cuando la abrí la mayoría estaban tan deterioradas que no las hubiera identificado ni el más experto micólogo. Ni que decir tiene que no las probé, de haberlo hecho es probable que hace tiempo Toño (“El Patrón”) hubiera acariciado mi calavera. Aquel “experto” me había dado pruebas evidentes de que no tenía ni puñetera idea y un amor nulo por la naturaleza.
Lamentablemente ninguno de los numerosos y pésimos maestros que tuve me enseñaron a amar y respetar la naturaleza, o al menos no lo recuerdo. Jamás me sacaron al campo a enseñarme las flores, las plantas, las aves, los misterios de la vida. Estaban tan ocupados y preocupados por inculcarnos las grandezas del “glorioso movimiento” y el tedioso catecismo con sus cosas del más allá que se les olvidó enseñarnos el más acá.
Tampoco es que hubiera entre los habitantes de la villa gran afición por la micología, diría que más bien ninguna. Es posible que en nuestro páramo afloren una gran variedad de setas que tengan interés para un micólogo o como poco para un micófilo y no estoy seguro si un micófago se conformaría con lo que hay para llevarlo a su mesa. Lo cierto es que si viene un buen año de lluvia, humedad y temperatura, combinación necesaria para que aparezcan las setas, se pueden encontrar algunas variedades con las que hacer sabrosos platos. Mencionaré algunas: Unas cuantas variedades de Agaricos, conocidas como champiñones. Si el año es bueno salen en cualquier parte y muchas de las especies son comestibles. Sólo son tóxicos los que pertenecen a la familia de los xantoderma (Agaricus xanthoderma) que son fácilmente reconocibles porque amarillean en el pie y huelen mal. La fotografía que encabeza este escrito es de un agarico y aunque sea tan bonito no es comestible. Está hecha en Palazuelo de Órbigo. También se pueden encontrar, creo que no en abundancia, las setas de cardo (Pleurotus eryngii) ¡Están tan perseguidas las pobres! En el monte, si es que queda algo de monte, se pueden encontrar macrolepiotas es probable que tanto la Procera como la Rachodes y es muy posible que alguna variedad de boleto. En las huertas y en las eras, si es que queda algo de ellas, será fácil encontrar senderuelas (Marasmius oreades) y lepistas, tanto la Nuda como la Personata. En Valdecambillas vi en cierta ocasión en un chopo seco un buen grupo de Pleorotus Ostreatus. También se pueden encontrar sobre los viejos troncos la llamada seta de chopo (Agrocybe aegerita) En los caminos suelen crecer grupos de la excelente barbuda (Coprinus Comatus) y poco más que yo sepa.
Desde que buscar setas se ha convertido en una afición tan popular hemos puesto en peligro este desconocido y frágil mundo. Hay seteros que arramplan con todo destruyendo los ejemplares que no conocen con el pretexto de que si no son comestibles no tienen derecho a estar ahí. Soy de los que se pasean por el campo disfrutando con solo mirar, oler y sentir la naturaleza. Apenas voy ya a buscar setas, pero si lo hago llevo una cesta de mimbre o de tela, jamás una bolsa de plástico; procuro recoger sólo lo que voy a comer y respetar lo que no conozco porque he llegado a la conclusión de que cada brizna de hierba, cada canto rodado, cada terrón tiene su porqué y cumple con su función en la naturaleza, aunque yo ignore cual pueda ser. Y por último si alguien piensa que soy solo un enteradillo en esta materia ha dado en el clavo, aunque puede que para el que todo lo ignora sea un enteradillo aventajado.
N.B: Si hay por ahí algún setero que se explique.

Algo para leer…

33.-“Setas de Castilla y León” (No tengo referencia del autor en este momento)
34.-“Hongos” Biblioteca del Norte de Castilla. Tomo IV

viernes, 6 de noviembre de 2009

ALGUNOS CASOS DE LATROCINIO.


Lolín debe de andar por los ochenta. Muchos de los que llegan a esa edad son lagartos al sol del mediodía, pero Lolín se mantiene activo y en plena forma con sus labores diarias de hortelano. El huerto es un buen pretexto para mantener la ilusión de vivir y a la vez una fuente para el sustento con unos productos básicos cultivados sin prisa y con mimo.
En un encuentro casual durante el último verano charlaba con Lolín, entre otras cosas, de esta su afición a la horticultura y en un paréntesis le solté: “ Mira, Lolín, a ti te robaba los higos de la higuera que tienes en el huerto” Sabía que esta confesión, después de cuarenta años de producirse el delito, no iba a traer consecuencias graves porque el hurto de unos higos solo le escuecen al amo cuando están maduros. Me exponía a que Lolín me corriera a gorrazos pero confiaba, a lo mejor ingenuamente, que por razones de edad pudiera zafarme a la carrera. No hubo necesidad de nada de esto porque después de indicarle el lugar del delito me dijo que esa higuera no era la suya.
Claro que aquella afición por apropiarme de los higos ajenos no deja de ser un acto inocente comparado con el robo de un Banco. Y fíjense que no digo una sucursal bancaria, como aquel sucedido en la Caja de Ahorros de nuestra villa, situada por aquel entonces en la plaza del Ayuntamiento, y de la que (puede que lo haya referido alguna otra vez) fueron testigos Santiago (“Bonito”), Fidel (“Fidelón”) y Jaime (“Jaimito”). Dos chorizos de poca monta asaltaron la sucursal al grito de: “Esto es un atraco, todos al suelo y la pasta”. Así lo hicieron los dos mozarrones Santiago, que ahí está para contarlo si quiere, y el difunto Fidel, mientras, el ya también difunto Jaime, daba saltos como una rana gritando ¡Ay, Dios mío!
No me refiero al vulgar atraco antedicho, sino al golpe maestro que pone en peligro, no a una sucursal, sino a la propia institución bancaria. Y esto fue lo que hizo Lucio Urtubia. Lo vi hace poco en el programa de la TV1 “Españoles por el mundo”. Lucio debe de tener la edad de Lolín. Toda su vida se ganó el garbanzo como paleta, currando en la capital de Francia. Es un excelente solador y también un soñador. Como a todos los utópicos soñadores le dio por dedicar sus ratos libres a hacer algo por aquellas causas que consideraba justas. Para ello robó y estafó nada menos que al City Bank. Los americanos todavía están rumiando la humillación. Tuvieron que negociar con este albañil navarro, tan grande como un oso y con apariencia de paleto para que dejara de afanarles la cartera. Lo nunca visto, los amos del dinero negociando con un arrabalero de la prospera industria del mangue. Este viejo anarquista es un raro caso de Robin Hoob del siglo veinte.
Lucio Urtubia era muy fino en el arte de mangar, pero hay aún medios más sofisticados y no para quedarse con el dinero de otro sino con el de todos. Para ello hay que procurarse un puesto en la política, a ser posible de presidente de una comunidad autónoma, alcalde de un pueblo donde corra la pasta u otro cargo con poder decisorio sobre el dinero público. Con el cargo en el BOE se le buscan las vueltas a la ley fraccionando el presupuesto de las obras a realizar para que no entren en concurso y así poder asignarlas a los amiguetes o se crea una empresa, con hombre de paja incluido, y se le adjudican todos los contratos convenientemente inflados. Ya solo queda repartir los dividendos. Y todo es prácticamente legal. Como el dinero es público, de esa plebe de mierda, y lo público parece que no es de nadie pues viva el saqueo.
Ahora veamos las consecuencias de estos actos:
1º.- Al sicofanta que yo fui: Unas hostias bien dadas si Lolín o el dueño de la higuera me llegan a pillar. E incluso el internado en un correccional en caso de comparecer ante un juez severo.
2º.- A los choricillos de la sucursal bancaria: Varios años de cárcel por atraco a mano armada.
3º.- Al honesto idealista Lucio: Varios años de cárcel en el caso de que no hubiera negociado con los banqueros.
4º.- A los mangantes de por ahí el levante de la piel de toro, Cataluña, León... ¿para qué recorrer toda la geografía?, un poco de ruido, una amonestación de los conmilitones del partido, esto si se tercia, y un premio con mayoría absoluta en las próximas elecciones.
Hágase juez por un momento e imparta justicia, no digo que aplique la Ley, sino que haga justicia y ponga penas a los todos los mangantes citados.




Algo para leer...


32.- Lucio, el anarquista irreductible de Bernard Thomas. Ediciones B

Habrá quien no esté de acuerdo con la conducta de Lucio, es de esos hombres para quienes lo justo es muchas veces los contrario de lo legal. El eligió el camino de ser un hombre justo.